Reflexiones ucrainitas
La responsabilidad sobre el conflicto bélico que sacude Europa del Este, en opinión de la inmensa mayoría de voces autorizadas, es de Vladimir Putin. Punto y final. Única y exclusivamente. Diga lo que diga Pablo Iglesias, Alberto Garzón, Ione Belarra o el Papa de Roma. Hasta mi admirado coronel Pedro Baños, poco sospechoso de compadrear con los yanquis, opina así.
Por otro lado, poco se está hablando de lo bien que está actuando el gobierno polaco. Polonia muestra su mejor cara en esta crisis, acogiendo a cientos de miles de desplazados. Qué curioso resulta ver cómo, aquellos que vociferaban no hace mucho contra el primer ministro Mateusz Morawiecki, guardan silencio ahora. Para llamarle fascista ayer no les dolieron prendas. Para felicitarle hoy no tienen tiempo.
Occidente en general, y Estados Unidos en particular, traicionaron este verano a los afganos. Espero y deseo que no traicionemos también a los ucranianos. Le dijimos a Volodímir Zelenski que en breve podría entrar en la OTAN, en la UE y hasta en la zona VIP de Pachá. Le prometimos la deslumbrante Las Vegas y de momento solo le hemos dado la decadente Atlantic City.
No seré yo quien pida al gobierno de Pedro Sánchez que envíe tropas a la zona de conflicto. Pero sí armas y pertrechos. Me parece estupendo que esté preparando el envío de cascos, trajes NBQ o chalecos antibala. Pero ojo, resulta fundamental que los envíe con rapidez y diligencia. Han de llegar a su destino en cuestión de días, no de meses, que aquí nos conocemos todos.
Ya imagino que si fuera por la extrema izquierda de esta negra piel de toro nuestra, a los ucranianos no les mandaríamos ni una navaja suiza. Por suerte para todos, su capacidad de presión ya no es la que era.