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La piparra roja - Punto de vista Pablo Sebastiá
 

La piparra roja

Pese a lo sugerente del título, queridos lectores, no voy a hablarles de ningún político malcarado y lenguaraz. Voy a hablar de gastronomía.

El pasado viernes tuve el inmenso placer de comer en el restaurante Pairal acompañado por dos buenos amigos; Pedro, presidente de la asociación taurina de mayor abolengo de la provincia, y Raúl, director de la emisora más episcopal del panorama radiofónico patrio.

La cuestión es que, quienes bien me conocen y siguen esta humilde columna, saben que el restaurante Pairal, regentado con buen tino por Juan Zafra, siempre me ha parecido uno de los mejores de Castellón. Hacía bastante tiempo, años quizá, que no acudía a tan soberbio establecimiento, y lo cierto es que la ocasión no desmereció.

A su ya habitual ensalada de bogavante, esta vez aderezada con un poco de jengibre, y a su maravillosa lasaña de boquerón, las acompañó por vez primera un entrante de chipirones en su tinta con tirabeques y cebolla caramelizada. El toque final no era otro que una soberbia piparra madura, roja como el sol naciente de la bandera nipona, que ni picaba ni dejaba de hacerlo. ¡Una maravilla! Como se lo digo.

A punto de marchar coincidimos con un insigne empresario cerámico, cuyo nombre no citaré dada la, ahora sí, oportuna prudencia y merecida discreción. Al parecer mantenía una reunión familiar en uno de los reservados del local. Le pregunté si había probado la ya citada piparra roja, asunto que dio para una divertida confusión y sus consiguientes chascarrillos.

Háganme casos, queridos lectores. Reserven una mesa en la casa de Juan, les atenderá con los brazos abiertos, y no olviden pedir los chipirones con piparra y tirabeques. Pero háganlo pronto, pues la temporada de tan sabrosa guindilla fresca recién ha terminado.

Punta de Vista Jaime Ripollés Tirado In