Se escriben solos
Estos artículos semanales se escriben solos. Por mucho que me empeñe en abordar un tema u otro, por más que intente mantenerme al cabo de la calle de cuanto acontece en mi ciudad, comunidad y país, al llegar la hora de teclear, algo o alguien especialmente estúpido irrumpe con fuerza en el devenir de las cosas y mis dedos acaban deslizándose por el teclado como si tuvieran vida propia. Así termino escribiendo sobre las torpezas de propios y extraños más que sobre la realidad de las cosas.
Hoy quería hablar de la crisis de Ucrania. De cómo estamos jugando con fuego. Pero no. Las tristes y vergonzosas fotografías que se hizo Pedro Sánchez, ya saben, nuestro querido Presidente y amado líder, cogiendo dos teléfonos a la vez para hablar con nadie sobre nada para, a continuación, enviarlas a las agencias de noticias afirmando que trata asuntos de relevancia mundial se llevan la palma. ¡Qué pena de tío! ¡Qué esperpento! Dicho esto, va a ser que no les hablaré del avispero ucraniano. Va a ser que, de nuevo, la torpeza de quienes dirigen nuestros destinos en el cap i casal, esto es, en Valencia, en la capital del regne, sede de Les Corts y el Govern de la Generalitat, marca la actualidad. Un conocido mío ha pillado el Covid. Es sanitario y tiene que tramitar su baja en una página web de la Consellería de Sanitat. Algo que aún no ha podido hacer porque… ¿Lo adivinan? ¡Efectivamente! La web de marras, en plena sexta ola, funciona de puñetera pena.
Per a cagar-se i no torcar-se.