El derribo de Eurosol
Algunos vecinos de Castellón y Benicàssim opinan que el inminente derribo del viejo edificio Eurosol es una pena. No comparto ese extremo. La oferta gastronómica de la zona venía degradándose, paulatinamente, desde hacía bastantes años. Recuerdo con nostalgia cuando los bajos del apartamento Ambassador eran punto de encuentro de vecinos y turistas, cuando en el citado Eurosol podías comprar juguetes, ropa o incluso alquilar películas. Cuando Centrocàssim, unos metros más al sur, era un referente a la hora de cenar o tomar algo. Cuando el Frankfurt Belumar molaba muchísimo. Pero de eso hace treinta años, o quizá más.
La realidad actual es que la apertura de Playachica le ha devuelto el interés a la zona del Don Quijote. Resido en el barrio, y sé de qué hablo. De no ser por el nuevo complejo, no sé qué habría sido de este punto del litoral, antaño tan turístico.
La construcción de una nueva Playachica, se llame como se llame, en el solar que hoy ocupa el desvencijado Eurosol es oro en paño. Una nueva oportunidad de hacer crecer el interés por las playas de Benicàssim sur. Espero que los empresarios del entorno se pongan las pilas y mejoren sus servicios. Espero y deseo que el viejo Eurosol dé paso a un nuevo, moderno, dinámico y prometedor espacio de ocio y restauración. Renovarse o morir. He ahí la cuestión. Y el ayuntamiento debe favorecer este proceso de cambio, sin ponerle palos a las ruedas, sin mostrar predilección ni favoritismo por la zona norte del municipio. Actuando con diligencia y profesionalidad.
La urbanización del solar frente a los apartamentos Dulcinea ha ido en este sentido. Una empresa de restauración se ha instalado temporalmente en él con una oferta muy curiosa que vale la pena conocer.
Eurosol ha muerto, viva Eurosol.