La gasolina y el chemsex.
Responsabilizar únicamente al desgobierno de España por el elevado precio de los carburantes es absurdo. Influyen multitud de factores en algo así. Factores complejos, económicos, financieros, fiscales, empresariales, etc. Dicho esto, no es menos cierto que si en lugar de un patético desgobierno tuviéramos un Gobierno serio nos iría todo un poquito mejor.
¿Se imaginan cómo le iría al sector citrícola valenciano si el Ministerio de Agricultura no hiciera el ridículo, año sí, año también, permitiendo que la Unión Europea importe tan absurdas e ingentes cantidades de cítricos sudafricanos? ¿Se imaginan lo bien que le podría ir al campo valenciano si en Madrid, y en Valencia por descontado, se defendiera un poquito mejor lo nuestro?
¿Y qué me dicen de la sanidad y la educación? Ya sé que la prioridad absoluta de este desgobierno es impartir matemáticas con perspectiva de género, y así nos luce el pelo. Y también sé que la prioridad absoluta de nuestros políticos no es dañar gravemente el sistema público de salud, pero a veces lo parece.
Que el litro de gasolina no cueste ya tres euros, con este desgobierno tomando decisiones como el que escupe contra el viento, es un milagro.
Pero la cosa no queda ahí. El grado de podredumbre de nuestras instituciones políticas ha alcanzado cotas hasta hace bien poco inimaginables. El IVAJ, el Institut Valencià de la Joventut, publicó hace semanas, con el dinero de todos, una guía en la que recomendaba comprar la droga con la que ponerse a tope antes de una orgía a un camello de confianza. En lugar de recomendar no consumir drogas, en lugar de advertir de lo peligrosamente mortal que resulta la práctica del chemsex, recomendaba comprar la droga a camellos de confianza. Repito, a camellos de confianza.
Alucina, vecina.