Pactar en Castilla y León
Con el enemigo no se pacta, porque si lo haces te jode. Eso es algo que nos ha enseñado sobradamente la historia, el cine, el teatro y la literatura. El caso es que un conocido político valenciano me dijo hace unos días que Pedro Sánchez pactará hasta con el mayor enemigo de España con tal de mantenerse en la poltrona, a lo que yo respondí que, hoy por hoy, no hay peor enemigo del país que el propio Sánchez y la corriente dogmática que dirige.
En Castilla y León, el PP de Fernández Mañueco necesita pactar para gobernar de manera estable durante los próximos 4 años. Y debe acertar con ese pacto. En mi opinión, no hay mejor acuerdo que el de la socialdemocracia con la democracia cristiana. El centro izquierda con el centro derecha, de toda la vida, vamos, pero eso no es posible. Y no lo es porque el PSOE de Luis Tudanca no es socialdemócrata, sino sanchista. Y al sanchismo solo le preocupa una cosa: su propia supervicencia, como si de un virus se tratara. Al sanchismo se la pela la sociedad española, la economía, la unidad del país, la dignidad del trabajo, la paz social, la seguridad pública, la cívica convivencia, la estabilidad de las pensiones o el progreso.
Qué buenos socialdemócratas me parecen, por el contrario, Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha; o Javier Lambán, presidente de Aragón; o Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura. Con socialistas como ellos en Valladolid sí que sería posible una alianza al estilo germano, pivotando en torno al centro, para tranquilidad de castellanos y leoneses. Pero no con el sanchista Tudanca.